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La princesa del arcoiris




Cuentos de Francia:
La princesa del arcoíris:

Canción princesa arcoiris










Hace mucho, mucho tiempo, en un lugar muy lejano, existía un príncipe llamado Paris. 
Paris era el primogénito de la realeza francesa y sus padres eran muy conocidos por todo el mundo por ser muy justos y benevolentes.


Paris tenía un gran corazón y era muy listo. Aprendía con mucha facilidad  y le gustaba mucho leer libros de historias y cuentos sobre su pueblo, sobre su país y sobre otros mundos y civilizaciones.

Era tal su amor por los libros que en tenía en palacio dos bibliotecas grandes donde se podían encontrar textos escritos en varios idiomas e imágenes relativas a todo el mundo.


Sus padres querían encontrar para él una hermosa doncella que tuviera las mismas cualidades que el disponía, que aparte de ser buena, guapa y elegante tuviera los mismos intereses que él para poder formar un matrimonio muy feliz y poder continuar reinando Francia justamente.

Hacia la primavera en Francia siempre se celebraba una hermosa fiesta, llena de colores y sonidos que llamaban la fiesta de las margaritas. A ella acudían todos los príncipes y princesas de diferentes reinados para conocerse, divertirse y compartir secretos.


Paris siempre tenía la esperanza de conocer a una Princesa con la compartir sus deseos de aprendizaje, conocimiento y amor por la vida, pero cuando hablaba con las diferentes princesas de otros reinos, se daba cuenta que no podían aportarle nada nuevo y sus conversaciones se hacían muy monótonas y aburridas.

A ellas solo les interesaba ir a comprarse vestidos, joyas y divertirse saliendo a pasear. No solían leer mucho y aunque tenían buena educación no tenían ningún deseo de explorar nuevos mundos ni conocer más cosas más allá de su propio País. Eran muy egocéntricas y no respetaban la naturaleza. Sus únicas ambiciones eran conseguir más y más poder dentro de su reinado para poder compararse con los demás y demostrar que su Reino era el mejor de todos ellos.

Querían crecer más y hacerse más poderosas. Creaban negocios con el dinero de su pueblo para construirse más casas, mas vestidos y tener mucha más riqueza, y para ello no les importaba hacer daño, castigar o someter a su poblado.

 Los padres de Paris comenzaban a desesperarse ya que se daban cuenta que su pequeño nunca encontrara agrado en ninguna de las princesas que acudían a su reinado. Por desgracia las familias que acudían no eran como ellos. No eran justas ni altruistas y tenían poco respeto por el prójimo y hacia la humanidad.

A Paris le gustaba explorar y conocer todo su entorno. Quería conocer todo el Universo, como funcionaban las estrellas, como se formaron el sol y la luna, los ríos...… Solía ir a pasear por los alrededores de Palacio y más allá de sus fronteras con su gran amigo Rayo.


Rayo era un buldog francés de color miel, muy afectuoso y protector. Fue regalo de sus padres en su octavo aniversario y era su gran confesor. Paris le contaba sus deseos y anhelos y Rayo siempre le escuchaba lamiéndole sus manitas.



 Aquel día Paris salió a caminar, se encontraba muy triste ya que, a pesar de disponer de todas las riquezas de Palacio, le faltaba lo más grande y maravilloso que un ser puede anhelar: Compartir su amor por la vida al lado de una buena Doncella. Su corazón se encontraba vacío y deseoso de poder recibir el Amor de su princesa pero cada vez se encontraba más desanimado, pensaba que no encontraría nunca a ese ser igual a él con el que poder formar una Familia. Nadie parecía interesarse por nada más excepto por ellos mismos y el poder.

Mientras caminaba errante con sus pensamientos, se adentraba cada vez más en el interior del bosque. De repente empezó a llover muy fuerte y una tormenta de rayos y truenos cayó sobre él.

En aquel momento tuvo que ir a refugiarse debajo de una gran gruta hasta que el temporal hubo pasado.

 Llovió y llovió durante más de dos horas hasta que de repente comenzaron a salir los primeros Rayos de Sol.

Cuando salió de la gruta y se dispuso a caminar de vuelta a Palacio descubrió la más bonita aparición que nunca antes hubiera visto. Un hermoso Arcoíris se alzaba desde el suelo de la Gruta hacia el cielo, con maravillosos colores brillantes y luminosos que le dejó sin poder mediar palabra durante unos instantes.


Fue tal su impresión que tuvo ganas de poder avisar a todo el mundo de Palacio para que pudieran ir a verlo, pero más fue su curiosidad cuando acercándose a él descubrió que sus pequeños piececitos podían posarse sobre él y caminar por encima de los diferentes colores del Arcoíris.

Mientras iba caminando sobre él, descubrió que todos los colores desprendían diferentes aromas y diferentes sabores. Y sentía una especial melodía cuando se situaba encima de ellos.

-¡Ahora el rojo!- exclamaba Paris con su voz linda y sorprendida. Y de repente podía sentir su vitalidad, energía y el sabor dulce y penetrante del color rojo.

- ¡Ahora el amarillo! - continuaba exclamando Paris.

Y uno a uno fue disfrutando de los diferentes colores hasta hallarse en la cima del arcoíris. Desde aquí podía ver a lo lejos todo Palacio y su pueblo, todo el bosque y las nubes a su alrededor. Era una vista maravillosa.

-¡Ojalá todas las princesas egoístas y egocéntricas pudieran ver esta vista! Quizá de esta manera podría cambiar la manera de ver la vida y sus corazones pudiesen sentir amor por la naturaleza y por los seres que nos rodean- pensaba para sí mismo Paris.

Continuó caminando sin descanso hasta que llegó al final del arcoíris.

Una vez hubo llegado descubrió que el Arcoíris había formado un camino desde la tierra hasta el cielo y ahora se adentraba en un hermoso palacio de Cristal envuelto por nubes de colores y estrellas resplandecientes.


Mientras caminaba hacia su interior de repente se le apareció un guardia muy particular.
-         Hola, ¿Quién eres? ¿Cómo has llegado hasta el interior de nuestro castillo? – preguntó el extraño sujeto a Paris.
-         Hola, me llamo Paris. Soy el Príncipe de este Reino.- exclamó Paris.

-         Perdona... ¿Puedes repetirme eso? Aquí solo hay una Princesa y es nuestra señora del Arcoíris. Así que ya te puedes marchar de aquí. Solo eres uno más de ellos- gruñó el pequeño moviendo ligeramente sus brazos señalándole el punto de salida a Paris.
-         Perdona, no quise ofenderte. ¿Has dicho que en este Palacio habita una Princesa? - preguntó sorprendido Paris extrañado de no tener conocimiento sobre ello.

-         Sí, claro. Nuestra amada Princesa del arcoíris. Nosotros somos sus protectores, somos los guardas de este Palacio. Todos la queremos mucho porque es muy bondadosa y nos ama a todos y cada uno de nosotros tal y como somos. Nosotros la protegemos y ellas nos cuida con todo su amor y respeto. Ella ama los bosques, los cielos, el mar y todo el Universo y gracias a su varita mágica de Amor consigue armonizar el cielo y la tierra para que todos los seres puedan nacer y crecer en armonía y felicidad. Sin este equilibrio el mundo no podría funcionar, el ecosistema fallaría y comenzarían a haber desgracias, inundaciones y terremotos. Por eso ella trabaja día y noche ofreciendo su amor y cariño a los demás. Ahora su varita está muy débil y necesita más que nunca nuestra protección.
-         ¡Ah sí!!- exclamó Paris. ¿Y porque está tan triste y débil? - preguntó Paris.

 -         Porque la princesa de las Tinieblas cada vez está ganando terreno. Cada vez se está haciendo más poderosa. Su varita es la del ODIO y resentimiento. Ella siembra la discordia en el mundo para que los diferentes reinos luchen entre ellos por la ambición del Poder. - explicaba tristemente el enanito.
-         ¿Y por qué dices que está ganando terreno? – Exclamó Paris muy sorprendido por todo lo que el pequeño enanito acababa de confesarle.

-         Porque el ser humano cada vez se está volviendo más egoísta. Ellos ya no piensan en los demás, solo quieren conseguir triunfos, tener más riquezas y destruir los campos y ríos para crear palacios sin importarles que destruyen los hogares de muchos animales del bosque. - dijo de manera muy triste el pequeño enanito.

-         Perdona, no me he presentado – dijo el enanito cambando su tono de voz por otro más sereno y calmado. Me llamo Aldiar.
-         ¡Hola Aldiar! Lamento mucho todo esto que me explicas. La verdad es que tienes razón. Yo en mi Palacio cuando me reúno con los príncipes y princesas de otros países me doy cuenta de que todo lo que me has explicado es cierto. Cada vez ambicionan más poder y luchan entre ellos para ser los mejores. Es una pena. Pero podemos hacer algo para que la Princesa de las tinieblas no se salga con la suya. ¿Es posible vencerla de algún modo? - preguntó esperanzado Paris.
-         Por desgracia no- respondió Aldiar. El ser humano es libre de decidir qué es lo que desea para sí y para el mundo. Solo es posible cambiar la realidad si ellos desean de todo corazón cambiar y poner el respeto, el amor y la bondad por encima de la maldad.- explicaba Aldiar con poco convencimiento. Y eso es muy difícil de conseguir. La princesa de las Tinieblas cree que todo es responsabilidad de ellos, ella siembra el Odio y el rencor, pero los seres humanos son los que deciden libremente escoger entre el Amor que Ofrece la princesa del Arcoíris o el rencor y odio que siembra ella- explicó con detalle Aldiar.

-         Pero podemos convencer a la princesa de las tinieblas que hay muchos seres humanos que eligen Amar y perdonar antes que el odio –exclamó Paris.
-         Si eso fuera cierto, Paris, no nos encontraríamos en la situación en la que ahora estamos. Bueno quizás algún día la situación cambie…. solo espero que no sea demasiado tarde para la Princesa del Arcoíris. Sin su varita mágica llena de Amor morirá irremediablemente y todo nuestro mundo desaparecerá- gimió Aldiar con ligeras lagrimitas en los ojos. 

-         Bueno, creo que ya te he explicado demasiado, es mejor que te vayas por dónde has venido, tu tan solo eres uno más de ellos- exclamó Aldiar.
-         No por favor permíteme ver a la Princesa. Puedo explicarle que todavía a seres humanos buenos en la Tierra dispuestos a cambiar el mundo, solo necesitan tener conocimiento de lo que ocurre. Yo puedo ayudaros, puedo ir a ver también a la Princesa de las tinieblas si es necesario y convencerla de que no siga sembrando odio y rencor en la Tierra.- exclamó Paris.


-         La princesa de las Tinieblas solo hace su función. No tiene responsabilidad en esto. Y por otro lado ningún ser humano puede ver a la Princesa del Arcoíris. Está totalmente prohibida la entrada de cualquier persona a este Reino, y aun me extraña que hayas podido acceder a la entrada del Palacio. ¿Cómo has conseguido llegar hasta aquí? - inquirió Aldiar.

-         He subido a través del Arcoíris de la entrada. He subido por él. He disfrutado mucho del paisaje y de las nubes que pueden verse desde aquí.- exclamó admirado Paris.
-         Bueno, no me interesa lo que me explicas. Y es mejor que te vayas ya, solo queda media hora para que el Arcoíris desaparezca y entonces te quedaras retenido aquí- inquirió Aldiar.

-         Está bien, pero no me doy por vencido. Volveré a ver a la Princesa y le explicaré que yo soy buena persona y que mi amor por el mundo y la vida es muy parecido al que siente ella. Quizás pueda ayudarla de alguna manera- gritó esperanzado Paris.


Paris dio media vuelta y volvió por donde había venido. Bajó lentamente por el Arcoíris hasta llegar al principio de la gruta.


Otra vez estaba en la Tierra pero esta vez estaba esperanzado, no solo había encontrado alguien como él, al que le interesaba el universo, el cielo, las estrellas y la naturaleza sino que también se trataba de una princesa.


Tenía que conocerla. No podía desaprovechar esta oportunidad. Al día siguiente volvería para poder hablar con ella.

 Los días fueron pasando y Paris acudía siempre al mismo sitio para poder ver a su princesa, pero el Arcoíris no aparecía.

Habló con miles de personas del reinado preguntando cuando y como podría volver a aparecer un arcoíris en aquella zona, pero nadie sabía responderle.


Decidió acudir al alquimista más famoso del lugar para poder conseguir que el Arcoíris volviera a aparecer.


-         Es muy complicado que puedan verse- explicaba el alquimista del lugar. Solo aparecen cuando hay poca contaminación en el ambiente. Cuando detrás de una tormenta aparece el sol radiante con un cielo despejado. Tendrás que esperar que eso ocurra. Este Reino al igual que los siguientes de Francia están muy contaminados, por los humos de las fábricas, las construcciones de los palacios y los residuos de los hogares. Puede que nunca vuelva a aparecer uno en mucho tiempo- explicaba a Paris el Alquimista más famoso de toda Francia.
-         No es posible- comenzó a desesperanzarse Paris. Tengo que volver allí. Tengo que hablar con la Princesa.- exclamó Paris con la voz entrecortada.
-         Si mi pueblo pudiera ver la inmensidad de la naturaleza que se vislumbra por encima del arcoíris quizás comenzarían a sentir respeto por el mundo, por la vida y por los seres que en ellas habitan. Quizás no sería demasiado tarde para sembrar más Amor hacia los demás en este mundo y la princesa del Arcoíris no tendría que desaparecer al igual que su maravilloso mundo. Tengo que volver allí y hablar con ella. - se repetía una y otra vez Paris para sí mismo.


Pasaron dos largos meses hasta que, al fin, se produjo de nuevo la aparición del arcoíris.
-         ¡Mira Rayo, ahí  está de nuevo! ¿Lo ves? ¡A que es precioso! Nunca antes había visto nada semejante aquí en Francia. ¡Ves, no lo he soñado!!! ¡Es cierto!!! ¡Aquí está!!!- grito saltando y bailando Paris acariciando continuamente a Rayo que ladraba acompañando a su amo.

-         ¡Vamos a subir, rápido!! Antes de que vuelva a desaparecer.


 Antes de que Rayo se diera cuenta, Paris ya estaba casi en la cima del Arcoíris.

-         ¡Mira Rayo!! ¡Estas son las maravillosas vistas de las que te hablé! ¡A que son preciosas!!- dijo Paris mirando hacia Rayo que subía muy despacito por miedo a resbalar y caer al vacío.

-         No te preocupes Rayo, aquí estas a salvo conmigo. - Paris se acercó a él cogiéndolo en brazos.


-         El pueblo no puede ver más allá de la nube de polvo y contaminación que ellos mismos han creado y que rodea la ciudad, si fueran capaces de ver la inmensidad de la Tierra desde aquí quizás comenzarían a valorar más la naturaleza y a cuidar más a los seres que habitan en el mundo. Quizás se querrían un poquito más entre ellos y dejarían de luchar. Dejarían de construir tantos Palacios inservibles y crear tantos humos contaminantes como consecuencia de sus negocios y suciedad. Quizás conseguiríamos salvar la Tierra y con ella a la Princesa del Arcoíris…..- meditaba Paris deseoso de llegar al encuentro con su princesa.



Llegaron hasta el final del Arcoíris y se detuvieron de nuevo ante la puerta de entrada donde se encontraba Aldiar.


-         Pero otra vez estas tú aquí- inquirió Aldiar. Te dije que no volvieras.

-         Quiero ver a la Princesa y no me iré de aquí hasta que la vea.

-         Veo que has traído compañía- dijo Aldiar.

-         Si, es mi perro. Se llama Rayo.

De repente Rayo dio un brinco y  se puso encima de la cabeza de Aldiar y le comenzó a lamerle muy despacito las orejas.

-         ¿Pero qué haces? Sal de aquí- gritaba Aldiar

-         ¡Pero qué estás haciendo…!! ¡Sal de aquí, no sigas, por favor…tengo muchas cosquillas!!!


Aldiar fue cambiando su voz ronca y malhumorada por carcajadas grandes y sonoras que retumbaban en todo el Palacio de Cristal. Los ladridos contentos de Rayo también se hacían escuchar creando vibraciones de luz y color por todo el inmenso Palacio.


De repente fueron apareciendo más personajes alrededor de Aldiar, Rayo y Paris.


Había muchos tipos de enanitos, blancos, morenos y pelirrojos. Todos vestidos con maravillosos colores que representaban el arcoíris. Llevaban globos y guirnaldas colgadas en los vestidos, tenían sonrisas grabadas en las manos y en los pies  y cada uno de ellos tocaba un instrumento.

-         ¡Ejem, ejem! – dijo Aldiar...dejando a Rayo en el suelo. Perdonad, os presento a la orquesta Luz y sonido. Es el grupo que toca durante las fiestas del Reinado.

-        ¡Ahh! Y esas de allí son nuestras bailarinas- dijo sonrosándose Aldiar cuando Luna se le apareció con su vestidito de libélula guiñándole un ojo.



De repente aparecieron a su alrededor las bailarinas más perfectas que Paris nunca pudo haberse imaginado…. Iban todas igualmente vestidas, con trajes preciosos de libélulas de todos los colores.


Se pusieron todos a danzar y a bailar en honor de los recién llegados que habían conseguido elevar la vibración de Palacio y conseguir que la varita mágica de la Princesa hoy tuviera un colorido especial.
-         ¿Quién ha conseguido hoy hacer el milagro de alegrar un poquito más la varita mágica de la Princesa?-  Pregunto Luna a Aldiar.
-         Pues creo que ha sido él- exclamo como pudo señalando a Rayo. Me ha hecho reír con sus lametazos….dijo riendo Aldiar…es que tengo muchas coquillas….


De repente todos se pusieron a reír y celebrar con Rayo y Paris que el perrito había conseguido alegrar al gruñón de Aldiar.
-         Bueno ¿quiénes sois? - preguntó Luna.
-         Yo soy el Príncipe Paris y este es mi perro Rayo. Queremos ver a la princesa del reino- dijo Paris muy convencido.

Luna se quedó mirándole fijamente de arriba abajo, pensando hacia ella misma que el principito era bastante apuesto y que parecía ser un humano diferente a los otros que había conocido.
-         Bueno- al fin respondió Luna. Quizás la Princesa deba verte…si tu perro ha alegrado a Aldiar quizás tú puedas ayudarle y que hoy pueda encontrarse un poquito mejor. Cada día se mueren estrellas y esto le causa mucha pena en su corazón y su varita- dijo Luna acariciando tenuemente a Rayo
-         Pero Luna... ¿qué haces? Sabes que está prohibido que la vean. Puede ser muy peligroso para ella si este humano no es bondadoso y guarda furia en su corazón. Podría debilitarla mucho más o incluso destruirla. Tú lo sabes. Es muy peligroso- gruñó Aldiar.
-         Si, es cierto. Lo había pensado. Pero algo en mi corazón me dice que es buena persona y que nos puede ayudar  a que no mueran más estrellas. Pero antes tendrás que pasar la prueba del Alma. Solo de esta manera te creeremos capaz de ayudar a la Princesa y a nuestro pueblo. - explicó Luna a Paris.
-         Haré lo que sea necesario para poder verla y hablar con ella. Sé que os puedo ayudar. Llevo mucho tiempo anhelando el amor de una persona igual a mí en la Tierra y no la he encontrado. A pocos de ellos les interesa la bondad, el respeto y el amor al prójimo y a la naturaleza como a mí. Pero ahora tengo la esperanza de que esta persona que tanto he buscado pueda estar esperándome en este reino y al igual que es posible encontrarla aquí también es posible cambiar el mundo y que las personas valoren más el Amor y el cariño por encima del odio y el resentimiento. Sé que es posible y por esto estoy aquí. - dijo Paris muy convencido.
-         Está bien. Someteremos tu alma a examen y después decidiremos si eres Apto para ver a la Princesa siempre y cuando ella esté dispuesta a verte- dijo Luna.


Empezaron todos los preparativos para la prueba del alma. Todos los seres del mundo del arcoíris estaban muy desconcertados, nunca antes se había producido algo similar en Palacio. Todos estaban expectantes para comprobar si Paris conseguiría pasar las tres pruebas.

Luna explicó detalladamente a Paris en qué consistían las tres pruebas.

Paris tenía que pasar de manera perfecta cada una de ellas.  La primera prueba era la prueba del valor que consistía en un recorrido por las montañas tenebrosas y el enfrentamiento con la princesa de las Tinieblas mediante la prueba de la verdad.

 El segundo reto consistía en la prueba de la mariposa, donde tendría que demostrar la fe y la confianza de su alma.

 La tercera prueba consistía el demostrar el Amor y la fidelidad del interior de su corazón con el huevo de avestruz.

Paris debería conseguir pasar de manera equilibrada las pruebas del valor, amor  y fe para demostrar que su corazón estaba limpio de rencor y resentimiento y de esta manera poder ver a la princesa.



Paris estaba convencido que sería capaz de hacer frente a cada una de las pruebas.

Llegó el día de pasar la primera prueba.  Por desgracia Rayo no podría acompañarle en el transcurso de los diferentes retos, pero estaría presente en el momento del veredicto.



Luna y los demás seres de Palacio llevaron a Paris al comienzo del recorrido.

Una vez que llegaron al inicio de las montañas tenebrosas le desearon suerte y Paris comenzó su escalada por encima de las montañas.

Fue escalando poco a poco por cada montículo de piedra hasta llegar a la cuerda floja. En ella leyó la siguiente inscripción:

-Habla la cuerda: “Solo aquel que esté libre de miedo podrá pasar por encima mío en equilibrio y sin caerse. En el momento en que note la vibración del más mínimo sentimiento de temor mis compañeras las montañas comenzaran a chocar entre ellas de manera contundente provocando su caída al vacío”.


Paris leyó atentamente la inscripción y sin la más mínima sensación de duda comenzó su andadura por encima de la cuerda que se extendía desde la montaña norte hasta la montaña sur. Hacia abajo se extendía un gran precipicio donde no era posible ver el fondo. Aun así, Paris comenzó a caminar, primero de manera más lenta hasta ganar seguridad y confianza en sí mismo y posteriormente comenzó a realizar actos de valentía, uno detrás de otro, con pasos firmes y ligeros. A mayor confianza, su cuerpo experimentaba mayor ligereza. Cuando Paris se dio cuenta ya había llegado al otro lado de la cuerda. En aquel momento respiró aliviado.
-         ¡Uff, por fin he llegado. Menuda experiencia!. Estoy deseando contársela a Rayo.- meditaba para sí mismo Paris.


Paris siguió avanzando por las diferentes montañas, la ascensión cada vez se hacía más difícil y comenzaba a hacer frio.


De repente se encontró delante de un túnel con la siguiente inscripción:


La cueva de las pesadillas-: “Solo aquel que demuestre perseverancia en su corazón podrá salir airoso de esta misión. Solo aquel que sea capaz de permanecer una noche en la cueva sin salir corriendo será merecedor de continuar la ascensión”


Paris quitó la gran piedra que se hallaba en el camino y entró dentro de la cueva.
Nada extraño, ningún ruido, todo en silencio.

-         ¡Qué raro!!- dijo para sí mismo Paris. No veo nada extraño aquí.


De repente le inundó un gran sueño, profundo y comenzaron las pesadillas.


Por su mente iban apareciendo imágenes terroríficas, ruidos y sensaciones extrañas. Pánico, miedo y terrores sin sentido iban y venían del interior de su subconsciente.


Se despertaba y quería poder salir corriendo…huir de ese mundo de sombras, pero su coraje y valentía le hacían permanecer en el sitio hasta que de nuevo volvía a aparecer el sueño y con él las pesadillas.


Paris estaba sudoroso, agitado y nervioso. Las horas se hacían eternas y en muchas ocasiones los temblores de las pesadillas le causaban malestar, mareos y agotamiento. Pero aun así la fuerza de su valor era superior.


De repente una gran luz iluminó la gruta y la gran roca trasera abrió paso a las montañas tenebrosas. Paris por fin se dio cuenta que ya había amanecido y que debía continuar su camino.


A lo lejos, encima de las diferentes torres de montañas vislumbró el Castillo de las Tinieblas donde seguramente se encontraba la Princesa.

-         Estoy ya muy cerca mi querida princesa- pensaba para sí mismo Paris deseoso de poder encontrarse finalmente con su preciosa Princesa del Arcoíris. Quiero ayudarte, sé que eres mi princesa y hago todo esto por ti- seguía repitiéndose Paris.

Una vez estuvo frente del Palacio de las Tinieblas la puerta se abrió sigilosamente. No había nadie. Solo dos ligeros murciélagos hicieron su aparición.


 -         Sabíamos que vendrías-  gruñó uno de los murciélagos.


De repente aparecieron muchos de ellos que de manera rápida y sin que Paris apenas se diera cuenta, lo elevaron por los aires hasta llevarlos a la mazmorra principal. Allí la esperaba atenta y desconfiadamente la Princesa de las Tinieblas.


 -         Así que eres tú, humanoide insignificante el que pretendes ver a la Princesa del Arcoíris. ¿Tan bueno y honrado crees que eres como para poder demostrar que tu corazón está libre de egoísmo, rencor y odio ante mí y ante la princesa del Arcoíris? ¡Valiente humano! - replicó la princesa riéndose a carcajada limpia.
-         Estoy segura que una vez te encuentres delante de mi balanza de la verdad acabaremos contigo en un periquete. Es imposible encontrar a un ser humano que tenga el corazón limpio de rencor. Te lo digo yo. Mira mi varita del ODIO lo resplandeciente y poderosa que está. ¿Has visto? Mira ahora la varita de tu querida Princesita del Amor. Está débil y sin color. Aquí está la muestra. Vosotros sois afines a estos colores: grises, negros y violentos. Habéis decidido a favor mío, pero no sabréis las consecuencias de ello hasta que provoquéis la muerte del Arcoíris que causara la muerte de las estrellas y con ellas la vida de este planeta- dijo la princesa de las Tinieblas acercándose a Paris.
-            Estoy convencido que mi alma esta pura y libre de rencor. Hazme la prueba.- replicó Paris.
-         Está bien…pero quiero que sepas que es un riesgo también para mí. Si ganas tu perderé algo de fuerza y energía de mi varita, ya que la fuerza de la verdad del AMOR resplandecerá por encima del Odio y el rencor de mi reinado. Pero es un riesgo que voy a asumir, gracias a los seres humanos tengo mucha energía disponible y no soy tan despiadada como vosotros. No quiero ver morir este mundo. Me gusta. Yo solo cumplo mi función. Vosotros sois los que decidís. Yo no tengo nada que ver con ello. La elección es siempre vuestra.

-         Además no confío en que logres pasarla. No hay nadie que no guarde rencor ni resentimiento en su alma ni en su corazón- dijo la princesa de las tinieblas en un tono que sorprendió a Paris.
-         Bien, se acabó el melodrama. Pequeños esbirros…traerme la balanza de la verdad y acabemos pronto con este asunto- dijo la princesa.



Los murciélagos volvieron a elevarse por los aires y trajeron hacia el interior de la sala una gran balanza.


-         Te realizaré tres preguntas, a cada una de ellas me repondrás con un sí o con un no. En el momento en que la balanza se desequilibre, perderás por completo ya que ello significará que has mentido o que tu respuesta no ha sido correcta. ¿Lo has entendido bien?- preguntó de manera poco amable la princesa.
-         Si- Respondió Paris.
-         De acuerdo , empezaremos por la primera pregunta:

-         ¿Serias capaz de perdonar a tu verdadero amor si te abandona yéndose con tu mejor amigo? ¿Realmente serias capaz de valorar más su felicidad que la tuya?
-         Si- respondió Paris.


En aquel momento la balanza se iluminó y de manera sorprendente no se inclinó hacia ningún lado. Permaneció inmóvil y equilibrada, cosa que sorprendió a la Princesa de las tinieblas.
  

-         Bueno, parece ser que has respondido correctamente. Vayamos a la segunda pregunta.
-         Querido Paris, ¿Le devolverías el golpe a aquel que te hubiera lastimado o ofendido en cuanto te fuera posible?- responde ahora Paris.
-         NO.- respondió Paris contundentemente. No lo haría.
-         ¡Imposible!!! -respondió la Princesa…Sigue sin moverse…no puede ser que sea cierto- gritó sorprendida la princesa.


Cuando se hubo calmado continuó con la tercera pregunta:
-         Tercera y última pregunta:
-         ¿Serias capaz de ceder tus riquezas si con ello se beneficia parte del ecosistema y mejora la salud del planeta?
-         Si, lo haría- respondió Paris.


En aquel momento la balanza comenzó a brillar y a despedir vibraciones y colores del arcoíris: rosas, rojos, azules, verdes, amarillos…luminosos y preciosos que inundaron el castillo de las Tinieblas.

-         Oh, no...mi varita…pero que has hecho Principito….mira como se ha quedado….toda marchita y deteriorada…- lloró tristemente la Princesa de la tinieblas.

-         Pero sabes una cosa…querido principito….me alegro mucho de que todavía exista en este mundo alguien como tú y me alegro que lo hayas conseguido. Tengo fe en ti y en el cambio. Quizás estaba equivocada. Te admiro enormemente y deseo lo mejor para ti. Ojalá puedas conseguir tus propósitos. Quizás logres convencer a la humanidad para que se equilibre la balanza y no tengamos que perecer todos por la irresponsabilidad de unos pocos- dijo de manera dulce y refinada la princesa de las tinieblas.
-         Muchas gracias Princesa. Sabía que en el fondo tú también deseabas que yo lo consiguiera. Sé que eres amiga de la vida. Y que te gustan las cosas de este mundo. Tu solo cumples con tu función. Muchas gracias- dijo Paris besando la mano de la Princesa.

  -         De nada- dijo sonriendo para sí misma la famosa princesa. Ya puedes volver al Palacio del arcoíris. Queridos esbirritos, acompañadlo a la salida. He de recuperarme un poquito, voy a maquillarme y ha reposar mi querida varita-dijo con un gran suspiro la Princesa.


Paris fue conducido por los murciélagos hacia la salida de las montañas de las tinieblas y lo dejaron delicadamente en la puerta principal de palacio.

-         Muchas gracias queridos amigos- dijo Paris a los murciélagos. Encantado de haberos conocido, chao…

Los murciélagos se despidieron de Paris que vio a lo lejos como los enanitos de la banda de música y las bailarinas se acercaban gritando y cantado:
-         Paris, Paris, eres el mejor de todos…- gritaban a coro...

-         Hemos visto los colores del arcoíris saliendo por el castillo de las Tinieblas. Ha sido una experiencia inolvidable- gritaba de alegría Luna.
-         Sabes Paris…Te queremos….Has conseguido que la Princesa  pueda salir a pasear por los jardines, su varita a conseguido mucho Amor y energía gracias a la verdad de tu corazón y tu valor….- explicaban todos los enanitos a coro.
-         Bueno, solo he respondido la verdad y he sido muy valiente. Quiero ver pronto a la Princesa y ayudarla en todo lo posible- dijo Paris lleno de luz y de amor.
-         Bueno Paris has pasado la peor prueba. Saltar las propias sombras. Has conseguido vencer miedo, las mentiras, el rencor y el odio- Ahora solo te falta demostrar la luz de tu corazón, demostrar  confianza-fe y tu amor y fidelidad con las siguientes pruebas.
-         Estoy dispuesto, cuando queráis- dijo abrazando a Rayo.



Luna dispuso todo para las siguientes pruebas, el huevo de avestruz y el vuelo con las mariposas.


-         Paris, hemos llegado a la siguiente prueba- dijo Luna. Esta vez el reto consiste en que seas capaz de volar como una mariposa dentro de esta burbuja de bomba de jabón. Deberás aprender muy bien el vuelo de la mariposa y sentirte uno con ellas. En el momento que conozcas los movimientos y la danza que ellas realizan durante el vuelo te harán sitio y volaras junto con ellas ya que te identificaran como uno de ellos. En todo momento tu fe y confianza ha de ser extrema y sin dudas. Te tienes que sentir como ellas. Ligero, liviano, sereno y danzar a su mismo ritmo. En el momento que cambies el ritmo la burbuja de jabón explotará y tu misión habrá fracasado. Si tu fe es más grande y llegas a conseguir tu propósito, volarás con su ritmo y conocerás sus melodías, en ese momento la percepción de ti mismo cambiará y te sentirás mariposa. Disfrutaras con todo tu sentir y percibirás que la naturaleza y tú sois uno mismo. Con este sentimiento de Fe en el Universo podrás entender a todos y cada uno de los seres con los que te encuentres, ya que entenderás que TODOS deriváis de lo mismo, que todos sois la misma energía y que por lo tanto Todos sois hermanos- explicó Luna con detalle.
-         Estoy preparado para ello- dijo Paris.

Durante unos instantes Paris permaneció inmóvil viendo la ligera danza de las mariposas, bellas y hermosas que con diferentes colores danzaban alegremente por el cielo azul, libre de preocupaciones, serenas y con un vuelo curvilíneo difícil de entender con el pensamiento. Cuando se encontró preparado, sugirió a Luna que le mostrase la gran burbuja de Jabón. De repente a lo lejos vio cómo se acercaba una enorme pompa de jabón que a la luz del sol mostraba diferentes colores: azulados, amarillos y rosados.


Ligeramente se introdujo dentro de ella y comenzó a moverse delicadamente intentando guiarla hacia las mariposas. Cerró los ojos y se dejó llevar por el sonido y la melodía que las mariposas iban dejando a lo largo de su recorrido. En aquel momento dejo de pensar y dejo que su fe y confianza lo condujeran hasta el baile y la danza de las mariposas. Ya no pensaba en seguirlas ni imitarlas solo se dejaba guiar por su intuición y confianza, solo se dejaba guiar por las melodías que escuchaba y por la interpretación de los mensajes.

En ellos descubrió algo insólito que nunca habría podido imaginar. La danza de las mariposas no era más que una comunicación de amor y afecto entre ellas, era la manera de relacionarse que ellas tenían, la manera de compartir amor y demostrarse afecto.

Su vuelo dentro de la burbuja era cada vez más perfecto y liviano, hasta que de repente se vio conducido por ellas hacia lo alto del cielo sobrevolando las flores y los arboles del bosque.

En aquel momento entendió la misión. Solo si puedes entender al prójimo puedes amarlo y respetarlo como a ti mismo, solo puedes tenerle respeto  si te sientes uno con él.


 De repente la burbuja comenzó a descender y cuando se despertó se hallaba rodeado de nuevo por las bailarinas y por los enanitos de la orquesta.
-         Paris, Paris…te encuentras bien- gritaba emocionada Luna.

-         No sé qué ha pasado pero nos has hecho llorar de alegría a todos…mira hacia allí- señaló Adiar.


Como resultado de las lágrimas desprendidas por todos los seres de palacio había crecido un hermoso jardín lleno de rosas rojas y azules, orquídeas y margaritas de muchos colores. En su centro había dibujado un gran corazón formado por pétalos de muy diversos colores. De él se desprendía una hermosa fragancia que iluminó aún más la varita de la Princesa del Arcoíris.

  -         ¡Mira Paris!!….la varita de la Princesa, está todavía más iluminada- gritaban emocionadas las bailarinas libélulas.

-         ¡Has conseguido pasar la siguiente prueba! ¡Hurra, hurra, enhorabuena al campeón!- gritaban sin descanso los enanitos-

-         Estamos ansiosos porque pases la siguiente prueba- exclamaban todos.


Luna condujo finalmente a Paris al comienzo de la siguiente prueba.
-         Bueno Paris la siguiente prueba consiste en que seas capaz de demostrar todo el AMOR y la fidelidad que tu corazón es capaz de dar en el cuidado hacia otros seres del Universo.
-         En este caso deberás dar Calor a este huevo de Avestruz tal y como su madre lo hubiera hecho hasta que rompa el huevo y nazca. Tu amor no puede desfallecer, ya que en el momento en que disminuya tu cariño hacia él, tu cuerpo dejará de emitir el calor que el pequeño avestruz necesita para crecer y morirá irremediablemente. Tu calor se ha de mantener día y noche, ha de procurarle todo el amor y calor necesario hasta que se produzca su nacimiento. ¿Lo has entendido Paris?

-         Sí, he entendido la misión.
Paris se acercó al inmenso huevo y lo tocó ligeramente con sus manitas. Estaba calentito y desprendía un gran olor.
-         Eres precioso- susurró Paris mientras subía hacia lo alto del huevo.
-         Te llamaré Clam- dijo Paris alargando sus brazos para poder agarrarse con firmeza al enorme huevo.


 Día y noche Paris permaneció a su lado, dándole todo su AMOR y cariño. Le explicaba cuentos para dormir, anécdotas de sus viajes, le contaba las historias que conocía sobre otros países, le hablaba de su gran amigo Rayo, le explicaba su deseo de conocer a la princesa del Arcoíris. Día y noche no dejaba de hablarle y acariciarle.
Un maravilloso día Paris notó unas pulsaciones que provenían del interior del huevo y de repente un ruido ensordeció todo palacio.

-         Ha nacido, ha nacido- gritaba desesperadamente Paris. ¡Es precioso! Miradle, miradle….- exclamaba Paris.



Todos los seres de Palacio acudieron a celebrar el nacimiento de Clam. Había nacido en perfecto estado y su mirada solo iba dirigida a quien en todo momento había estado con él. A su querida madre, en este caso, a Paris. Se le acercó sigilosamente y como sabiendo todo lo que había hecho por él, se acercó y se dispuso debajo de sus brazos en señal de reconocimiento y en busca de su calor. Todos se quedaron muy sorprendidos y maravillados ante tal escena. En aquel momento una enorme luz de color rosado hizo su aparición en todo Palacio. Todos aplaudían, reían y lloraban conmovidos por el amor fraternal que Paris había sido capaz de ofrecer al pequeño Clam.


Más y más energía rosada iba saliendo desde el corazoncito de Clam y describía un pequeño símbolo que todos reconocieron como el tulipán del Amor.


Más y más tulipanes hicieron su aparición en los diferentes jardines de palacio.

 Paris había conseguido a fuerza de superar las diferentes pruebas energía positiva suficiente para repoblar veinte veces el cielo con estrellas y con ellas permitir el nacimiento de más seres con los que repoblar el planeta. La varita de la Princesa resplandecía como nunca antes los seres de Palacio habían visto. Este poder de energía permitía limpiar el ecosistema y con ello seguir manteniéndose el equilibrio que el planeta había perdido. Todo ello gracias a la fuerza del Amor de Paris.

Todos le felicitaron y estuvieron deseosos de llevarlo a conocer por fin a la Princesa del Arcoíris.

Paris fue conducido a la entrada de la cámara principal del Palacio.

 Todos estaban excitados por el famoso encuentro, deseaban que Paris conociera a la princesa ya que había demostrado tener un maravilloso corazón y no existía ningún peligro para Ella. La princesa estaba muy contenta de poder por fin conocer a ese ser humano que había sido capaz de demostrar valentía, amor, fidelidad y tal magnitud de fe que con ello había conseguido salvar el planeta de su propia destrucción.


El momento había llegado.

Las puertas de la cámara del trono se abrieron y la princesa del Arcoíris hizo su aparición. Era hermosa como la luz del día. Su cara era el reflejo más preciado de una noche nocturna. Su figura resaltaba como los destellos de las estrellas y su alma desprendía los colores más bonitos que Paris nunca había podido imaginar.
Se quedó helado y sin palabras.


 La princesa del Arcoíris se acercó dulcemente hacia él.
-         Hola Paris, muchas gracias por lo que has hecho por nosotros.- dijo dulcemente la princesa acercándose sigilosamente hacia Paris.
-         Te estamos muy agradecidos. Mira mi varita, resplandece como nunca y todo gracias a ti- exclamó la princesa sigilosamente.

-         No, princesa. Te equivocas. Todo lo que he hecho ha sido por ti, por poder conocerte, por poder ayudar a que mi reino sea capaz de dar más amor y más bondad. A conseguir que exista más respeto y admiración por el prójimo y para poder formar una familia con alguien igual a mí, con mis mismas aspiraciones y deseos- dijo Paris boquiabierto mirando la belleza absoluta de la princesa.
-         No, Paris. El amor y la fuerza de la verdad ha sido tuya. Sin ti todo esto no hubiese sido posible- exclamó la princesa.
-         Quiero que veas algo. Hoy asistiremos al nacimiento de muchas estrellas. La tierra las verá como la mayor lluvia de estrellas fugaces nunca vista y nosotros asistiremos a la gran danza del nacimiento junto con ellas.


Todos los habitantes del reino se reunieron en el gran balcón de la sala principal de Palacio. Desde allí presenciaron el más maravilloso nacimiento de estrellas jamás visto.

Los enanitos tocaban acordes de melodías preciosas acompañando la danza de las bailarinas libélulas. Todos cantaban, reían y bailaban. Otros seres de Palacio hacían reverencias y saludaban a la Princesa Arcoíris y a Paris, entregándoles objetos muy preciados: sedas, minerales y manjares para disfrutar todos juntos del gran banquete real.


 Paris y la princesa Arcoíris no se separaron en ningún momento. Permanecían juntos, susurrándose dulcemente cosas al oído y maravillándose uno al otro.
-         Forman una espléndida pareja- dijo Luna a Aldiar.
-         Ciertamente…lo hacen…pero no mejor pareja que nosotros… ¡ejem, ejem!…..- dijo con voz picara Aldiar a Luna.
-         ¡Es cierto, mon amour!!!- exclamó Luna besando dulcemente la mejilla de Aldiar.

En aquel momento todos permanecieron en silencio y se apagaron todas las luces.
-         Empieza el baile- dijo la Princesa a Paris.

-         Venga, vamos todos a bailar con las estrellas.

 La princesa cogió la mano de Paris y se dirigieron todos al balcón.
-         ¡¡Allí nace una!!- exclamaba la princesa. Mira Paris, gracias a esta estrella nacerán: 50 peces espadas, 40 osos polares y 100 cangrejos.
   -     ¡Mirad , allí nace otra!! ¡Y Otra más a la derecha!! Mirad aquella lo hermosa que es…
-         Ranas, murciélagos, margaritas, cactus, camellos, unicornios, dinosaurios, delfines, gambas…- exclama la Princesa.
 -         ¡Mira esta originará caballitos de mar!…Con la falta que hacían….
-         ¡Mirad esa de allí!!- seguía exclamando la princesa- rosas silvestres, panteras, palomas, canarios, erizos de mar…….



Así se iban sucediendo uno tras otro los diferentes nacimientos de las estrellas producto del Amor incondicional que Paris había demostrado y con ellos las posibilidades de nacimientos de muchos seres de la naturaleza.
-         Es esplendido, ¿no te parece? - susurró Paris a su querida princesa.
-         Estamos de acuerdo- dijo sonriéndole la princesa.

-         Espero que también estés de acuerdo en la mi petición de mano- pregunto dulcemente Paris.

En ese momento la Princesa miró cabizbaja a Paris y le contestó tristemente:

-         Eso no es posible Paris. Tú no perteneces a este Reino. Tu sitio está en la Tierra. Tienes que intentar que tu pueblo y los demás reinados valoren la naturaleza y la cuiden y respeten. Si no lo hacen de aquí a un tiempo volverá a repetirse el estado de crisis del ecosistema y puede que en ese momento no exista nadie como Tu- exclamó la princesa. Además, yo tengo que estar siempre en el Cielo para asistir a los nacimientos de las estrellas y mantener el equilibrio ofreciendo mi amor a los seres que nacen. No podemos estar juntos- afirmó la Princesa
-         Eso no es posible- dijo Paris. Yo te amo y sé que tú también me amas a mí- dijo en medio de una exhalación profunda Paris.
-         Lo sé , pero no  es posible. Mañana a más tardar volverás a la Tierra. Podemos seguir siendo amigos. Puedes venir a visitarme siempre que quieras, yo te estaré esperando con una sonrisa. - dijo la princesa
-         Solo puedo venir si aparece el arcoíris, tú lo sabes. No me doy por vendido, quiero estar contigo todos los días, formar una familia y vivir a tu lado. No me puedes hacer esto. – dijo Paris lamentando cada una de sus palabras.
-         Lo siento, Paris. No puedo abandonar mi reino ni tú tampoco el tuyo.




 Y dicho esto partió enseguida seguida de las bailarinas que la acompañaron a su dormitorio. Cuando la princesa hubo llegado, lloró y lloró en lo más profundo de su corazón la perdida que para ella significaba no poder estar al lado de Paris.
-         Pero Princesa- exclamaba Luna. No puede ser cierto. Tiene que haber una alternativa. Hacéis tan buena pareja…

-         Ojalá la hubiera pequeña Luna pero mi Amor está en mi Reino, no puedo abandonarlo.

 Aquella noche todos los seres de Palacio durmieron contentos pero un poquito tristes al darse cuenta que Paris partiría al día siguiente.

Paris recogió sus cosas y partió por el Arcoíris con Rayo sin querer despedirse de nadie.
-         Encontraré una solución pequeño Rayo, y volveré a estar con ella, nos casaremos. Prometo que será mi esposa- meditaba Paris para auto convencerse de que su sueño podía hacerse realidad.

Una vez que llegó a su Palacio Paris fue recibido alegremente por sus padres muy extrañados de que se hubiera ausentado todo este tiempo.
-         Pero hijo, ¿Dónde has estado? Nos tenías muy preocupados-  preguntó en medio de un abrazo muy profundo la madre de Paris.
-         He encontrado por fin a mi Princesa, madre. Y no estoy dispuesto a perderla. Buscaré una solución- explicaba Paris a sus padres que escuchaban muy sorprendidos todo el relato.
-         Se me ocurrirá algo, lo prometo- exclamó Paris.


 Los días pasaban y el reino de Paris seguía igual. El pueblo seguía inundado por la contaminación de las fábricas y los comercios, por los residuos de las casas y por el egoísmo del ser humano. La gran nube de contaminación impedía que el pueblo pudiera ver un cielo estrellado, una luna brillante o un sol radiante en el reinado.


Paris cada vez estaba más y más triste. No encontraba la salida. Si todo continuaba igual dentro de unos cientos de años más el mundo volvería a encontrarse al borde del abismo y con él el reino del Arcoíris.

Cuando Paris ya comenzaba a desesperarse tuvo una aparición y vio en sueños una gran torre que se alzaba desde los jardines de  Palacio hasta lo alto del cielo. La torre era tan alta que sobrepasaba la nube de contaminación .Desde lo alto de la torre era posible contemplar el cielo estrellado….


 -         ¡¡Eureka!!- exclamó Paris.¡¡ Ya lo tengo!!!- pequeño Rayo. Construiremos una Torre desde la cual toda la gente de mi reino y de los reinos de otros lugares podrán acudir para contemplar la luna, las estrellas y las nubes vistas desde lo alto. Olerán el cielo impoluto libre de contaminación y desearán poderlo contemplar siempre desde el suelo sin tener que subir a la gran Torre. Desearan mantener el Reinado libre de las nubes oscuras y de residuos producto de la construcción de palacios inservibles.

-         Además de esta manera siempre estaré al lado de mi Princesa. Podré subir y bajar de la Torre cada día para realizar mis labores aquí en la tierra y subir al cielo a dormir cada día con ella. De esta manera podremos vivir y estar juntos sin necesidad de esperar a que el Arcoíris aparezca-  meditaba Paris.
-         Ahora mismo voy a hablar con mi padre. Sera la Torre más alta y más preciosa nunca vista. En honor al amor por mi princesa y por la naturaleza. Sera símbolo de la fidelidad y del amor por encima del Odio y del rencor- exclamaba ilusionado Paris dando saltos de alegría. Sera la Torre Eiffel.



Con estos maravillosos pensamientos Paris acudía cada día de lluvia a la base de la gruta con la esperanza de que el Arcoíris volviera a salir y poder contarle a su princesa el proyecto que iba a desarrollar para ella y para todo su Reinado.



Aquel día por fin apareció el Arcoíris.
-         Preciosa, ya estoy aquí- exclamaba Paris recorriendo todo el Palacio de cristal

-         Hola Paris- exclamaba Aldiar.


-         Ya te hemos oído llegar, cuando llegas las burbujas de jabón se disparan por doquier, todas las mariposas danzan y de la varita de la princesa aparecen extraños colores y aromas…. ¿por qué será? -dijo sonriendo Luna.


 -         Traigo buenas noticias…- exclamó Paris. Venid todos conmigo. Vamos a hablar con la Princesa- gritaba y bailaba Paris junto con su perro Rayo.
-         ¡¡Princesa, Princesa!!! – exclamó Paris. Tengo algo que contarte.


 Cuando Paris llegó a hablar con la Princesa se fundieron en un largo abrazo y un maravilloso beso dejando a todos embelesados por la magnitud del Amor que se ofrecían el uno al otro.

Paris le contó a la Princesa con detalles todo el proyecto de construcción de la Torre. Le explicó sus objetivos y la manera en que la torre podría mejorar la vida de los dos Reinados, tanto el de la Tierra como el del cielo. De esta manera estarían unidos para siempre. Podrían casarse y formar una familia. La princesa Arcoíris lloró y lloró por la gran felicidad que ello le suponía. Podría disfrutar eternamente al lado de Paris y ver crecer a sus propios hijos. De esta manera los dos Reinos tendrían siempre sucesores para poder mantenerse en equilibrio por el resto de los días.

Todos estaban muy emocionados esperando poder disfrutar el día en que Paris y la Princesa arcoíris se unieran en santo matrimonio.


Aquel día por fin llegó. La construcción de la Torre finalizó y supuso un gran éxito para todos.




Los príncipes y princesas acudían al reino de Paris para poder subir a lo alto de la Torre. Todos quedaban asombrados al contemplar el cielo estrellado que nunca antes habían podido observar debido a la nube de contaminación. Todos querían poder ver desde sus reinos las diferentes constelaciones, la luminosidad de las estrellas y el baile de estrellas fugaces. Hacían todo lo posible para mantener sus reinados libres de humos, de residuos y de contaminación. El objetivo de Paris se había cumplido. Los diferentes reinos de Francia se hicieron cada vez más responsables de sus actos y de sus acciones para mantener el ecosistema limpio y un cielo libre de nubes negras. Renunciaron a construcciones inservibles, comercios estúpidos y lujos que finalmente no les ofrecían otra cosa que vanidad y egocentrismo. De esta manera los diferentes reinos comenzaron a mantenerse en equilibrio y la naturaleza les recompensó con cielos claros, luminosos y nuevas especies de animales y plantas de las que antes no habían podido disfrutar.







Paris y la princesa Arcoíris se casaron……



Y fue la boda más bonita que jamás se había celebrado en ningún otro reinado….





Por ello Paris  se considera hoy en día la ciudad del Amor y todas las parejas parisinas se reúnen en los jardines alrededor de la Torre Eiffel para demostrarse amor y fidelidad recordando día tras día el Amor incondicional entre Paris y la princesa Arcoíris-.


 Y colorín , colorado , este cuento se ha acabado.






Monica Zambrano. Los Wikicuentos multiculturales.

















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